Habitantes se querellan contra Celco
“Mi familia y yo hemos estado, desde la puesta en marcha de la planta, en constante problemas de salud, siendo incluso en ocasiones insoportable el vivir con estos olores, que nos han causado insomnio al no poder dormir, nauseas y fuertes dolores de cabeza”, preciso el viñatero Victor Rabanal, a quien le asusta la situación que vive su sector, pues ve disminuir las ventas de vino debido a la contaminación que se produce en las viñedos.
Para Samuel Leiva, coordinador de campaña de Greenpeace, es muy importante que la empresa entienda que los habitantes del Valle de Itata no se quedarán tranquilos y que esta es la primera de muchas acciones legales por parte de la ciudadanía.
El gerente de asuntos corporativos y comerciales del Grupo Arauco, Charles Kimber, explicó que “los casos de malos olores son menores y producto del ajuste de equipos, y ello lo hemos comunicado a los vecinos, hemos hecho visitas, tenemos una línea 800 donde recibimos las observaciones y damos respuesta inmediata”.
Por su parte, el gerente de la planta agregó que la industria “funciona con pequeñas interrupciones, pues el proceso de puesta en marcha es para ir afinando la actividad y pueden aparecer episodios de olores no agradables y pedimos disculpas a nuestros vecinos, pero les decimos que confíen en que estamos haciendo lo posible para evitar tales eventos”.
Los ejecutivos de Celco, de acuerdo a las declaraciones realizadas hasta ahora, aceptan y reconocen que hay emanaciones de malos olores, que afectan a las localidades cercanas a la industria y anuncian que seguirán ocurriendo. La autoridad ambiental exigió la contratación de auditorías, nacionales e internacionales, que controlan unos 12 mil parámetros mensualmente. Semanalmente, los auditores entregan informes a las autoridades. Además, cada mes hay reuniones del comité fiscalizador.
Las objeciones a la puesta en marcha de esta planta fueron varias. La comunidad de la Provincia de Ñuble levanto sus voces al comienzo de las obras, para denunciar los riesgos de esta industria. De acuerdo al grupo de defensa del Itata, Nueva Aldea generaría residuos líquidos industriales que afectarían la salud de 45 mil personas, al Santuario de Lobos Marinos de Cobquecura y la Caleta de Pescadores de Rinconada, además de violar el Tratado Internacional firmado en Ecuador sobre protección del Océano Pacifico.
Las críticas al holding también se dirigen a la forma en que esta firma obtuvo los permisos ambientales para operar. Los ambientalistas hablan de un “marco de presión política”, donde no fueron considerados criterios técnicos, sociales, ambientales y económicos, arriesgando repetir lo sucedido en el Río Cruces en Valdivia.
La comunidad se ha puesta en marcha, al igual que lo hace Valdivia. En junio más de 500 personas llegaron hasta el acceso principal del complejo industrial, donde manifestaron su postura de rechazo.
La planta de trozado de Nueva Aldea tiene una capacidad de producción superior a los dos millones de metros cúbicos al año de madera trozada; el aserradero produce 450 mil m3/año; y la planta de terciados 225 mil m3/año. Está pendiente que finalice la ampliación de la planta de plywood, que va a duplicar la producción actual. Su puesta en marcha está prevista para el último trimestre de 2007.
Otra inversión pendiente es la construcción de un emisario submarino que descargará al mar el efluente tratado en el complejo, particularmente de la planta de celulosa, cuyo proceso de marcha blanca se inició el 31 de agosto de 2006. La planta cuenta con una capacidad de producción de 856 mil toneladas al año de celulosa kraft blanqueada de pino y eucalipto. Nueva Aldea se autoabastece de energía eléctrica y genera un excedente que se aporta a Sistema Interconectado Central, estimado en 35 MW.
Esta es tal vez su excusa para seguir contaminando y poniendo en peligro la salud de miles de personas inocentes. Celco no parece estar dispuesto a invertir en una producción limpia. Lo barato cuesta caro.
Publicado en www.elciudadano.cl
Para Samuel Leiva, coordinador de campaña de Greenpeace, es muy importante que la empresa entienda que los habitantes del Valle de Itata no se quedarán tranquilos y que esta es la primera de muchas acciones legales por parte de la ciudadanía.
El gerente de asuntos corporativos y comerciales del Grupo Arauco, Charles Kimber, explicó que “los casos de malos olores son menores y producto del ajuste de equipos, y ello lo hemos comunicado a los vecinos, hemos hecho visitas, tenemos una línea 800 donde recibimos las observaciones y damos respuesta inmediata”.
Por su parte, el gerente de la planta agregó que la industria “funciona con pequeñas interrupciones, pues el proceso de puesta en marcha es para ir afinando la actividad y pueden aparecer episodios de olores no agradables y pedimos disculpas a nuestros vecinos, pero les decimos que confíen en que estamos haciendo lo posible para evitar tales eventos”.
Los ejecutivos de Celco, de acuerdo a las declaraciones realizadas hasta ahora, aceptan y reconocen que hay emanaciones de malos olores, que afectan a las localidades cercanas a la industria y anuncian que seguirán ocurriendo. La autoridad ambiental exigió la contratación de auditorías, nacionales e internacionales, que controlan unos 12 mil parámetros mensualmente. Semanalmente, los auditores entregan informes a las autoridades. Además, cada mes hay reuniones del comité fiscalizador.
Las objeciones a la puesta en marcha de esta planta fueron varias. La comunidad de la Provincia de Ñuble levanto sus voces al comienzo de las obras, para denunciar los riesgos de esta industria. De acuerdo al grupo de defensa del Itata, Nueva Aldea generaría residuos líquidos industriales que afectarían la salud de 45 mil personas, al Santuario de Lobos Marinos de Cobquecura y la Caleta de Pescadores de Rinconada, además de violar el Tratado Internacional firmado en Ecuador sobre protección del Océano Pacifico.
Las críticas al holding también se dirigen a la forma en que esta firma obtuvo los permisos ambientales para operar. Los ambientalistas hablan de un “marco de presión política”, donde no fueron considerados criterios técnicos, sociales, ambientales y económicos, arriesgando repetir lo sucedido en el Río Cruces en Valdivia.
La comunidad se ha puesta en marcha, al igual que lo hace Valdivia. En junio más de 500 personas llegaron hasta el acceso principal del complejo industrial, donde manifestaron su postura de rechazo.
La planta de trozado de Nueva Aldea tiene una capacidad de producción superior a los dos millones de metros cúbicos al año de madera trozada; el aserradero produce 450 mil m3/año; y la planta de terciados 225 mil m3/año. Está pendiente que finalice la ampliación de la planta de plywood, que va a duplicar la producción actual. Su puesta en marcha está prevista para el último trimestre de 2007.
Otra inversión pendiente es la construcción de un emisario submarino que descargará al mar el efluente tratado en el complejo, particularmente de la planta de celulosa, cuyo proceso de marcha blanca se inició el 31 de agosto de 2006. La planta cuenta con una capacidad de producción de 856 mil toneladas al año de celulosa kraft blanqueada de pino y eucalipto. Nueva Aldea se autoabastece de energía eléctrica y genera un excedente que se aporta a Sistema Interconectado Central, estimado en 35 MW.
Esta es tal vez su excusa para seguir contaminando y poniendo en peligro la salud de miles de personas inocentes. Celco no parece estar dispuesto a invertir en una producción limpia. Lo barato cuesta caro.
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