Viña Casa de Giner
Entre la confluencia de los ríos Ñuble e Itata, inserto en el privilegiado sector del Valle del Itata, se hace realidad el sueño más ambicioso de Fernando Giner, el que bautizó con el nombre de Viña Casa de Giner.
Su ciudad natal es Valdivia, sin embargo los más importantes episodios de su vida se realizan en otras ciudades. Fue en Concepción donde siguió el colegio.
En Barcelona, como tradición familiar, realizó algunos estudios. Santiago fue donde desarrolló una carrera financiera. Pero sin duda, Chillán ha sido su lugar escogido, no sólo porque fue aquí donde estudió Ingeniería Agrícola con mención en viticultura y vinificación, sino también porque es esta zona donde instaló su viña, y sobre todo, porque fue en este lugar donde conoció a su esposa, Laura Rivera Lorca.
Durante un tiempo los Giner Rivera vivieron en Santiago. Sin embargo, a Fernando siempre le daba vuelta la idea de su padre, quién aseguraba que las uvas del valle eran muy buenas. Fue así entonces, que conociendo la historia de la hacienda Cucha Cucha, se decide a comprarla. “No estaba en venta, yo fui el que ofreció la plata”.
Así, el año 1974 Fernando Giner compra esta hacienda y la transforma. Aclara que la base de la casa antigua se mantiene, pero que su esposa se encargó de remodelarla “transformó una sala de llavería en salones y comedores. Se arregló la galería, la que ahora tiene 12 habitaciones en suite. Seguimos trabajando e hicimos de Cucha Cucha una viña boutique muy importante, con una plantación de 110 hectáreas de vinos finos”.
LOS COSTOS DEL PROGRESO Casa de Giner es una viña familiar, cuyo principal desafío es poder exportar el total de su producción, lo que alcanza a los 2.500 a 3.200 millones de kilos de uvas finas y genéricas.
Sin embargo, a pesar de los desafíos y proyecciones planteadas por Fernando Giner, se siente inquieto y amenazado por la planta de Celulosa ubicada en el sector de Nueva Aldea.
“Yo no sé lo que vaya a pasar. En estos momentos no me siento perjudicado por la emanación de olores. Debe ser por el correr del viento que me ha favorecido, pero esto no se podrá sostener por mucho tiempo”.
Explica que el sector de la viñas está rodeado de eucaliptos, que le dan un toque mentolado a los vinos, pero que ahora con la emanación de gases tóxicos de la industria puede que los vinos tengan sabor a coliflor o repollo, “frente a eso estaríamos perdidos, porque el vino no va ser apetecido afuera”.
A pesar de los conflictos que pueden generarse en torno a este tema, Fernando Giner no se rinde. Se siente un hombre realizado como empresario porque ha logrado que Casa de Giner sea conocida como una marca que tiene vinos de buena categoría, internacional y ganador de muchas medallas. Su realización también pasa en el tema familiar “Me siento feliz por la familia que Dios me ha regalado”.
Asegura que aún le queda mucha fuerza para continuar trabajando en lo que más le gusta, aunque no se priva de disfrutar las bondades obtenidas después de años de trabajo, que ahora aprovecha junto a sus hijos y nietos.
De: La Discusión Domingo 29 de octubre de 2006, Cuerpo Dos.
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